Quería arrancar el viaje nada más salir del trabajo, tenía tantas ganas de reunirme con todos después de los encuentros de Septiembre y Febrero que incluso me había preparado la maleta el día anterior y la había metido en el maletero para no perder ni un minuto, hacedme caso si os digo que eso es casi imposible que ocurra, como siempre me olvidé una cosa en casa y al salir del trabajo tuve que volver a casa, con unos 20 minutos de retraso y ya reunidos Dabid y yo pusimos rumbo a Caleruega, todo el viaje fueron risas y música recordando anécdotas de otros encuentros, prácticamente no callamos en todo el viaje, tal vez por eso llegamos los últimos a Caleruega, como unos vagabundos cenamos corriendo a la luz del maletero del coche y nos reunimos con todos. Llegó el “temido” reparto de los pueblos, yo la verdad estaba tranquilo (me olía que me iba a tocar con Dabid) de no haber sido así tampoco hubiera sufrido, soy un chico bastante sociable y toda la gente que he conocido en los encuentros me ha caído genial, incluso Laura, pero la verdad es que estoy muy contento con la comunidad que me ha tocado en mi primera pascua rural.
Una vez en repartidos los coches, llegamos al pueblo, me tocó Arauzo de Torre (Si, el tan mentado palacete) junto con Pablo Añorbe, Ángela, Blanca, David, Laura y Dabid. Repartidas la habitaciones y elegidas las camas, nos juntamos un ratito en la cocina para charlar mientras bebíamos un poco del vino que tan amablemente Bernardo (Épico personaje en nuestra Pascua) nos había dejado a modo de bienvenida, así terminaba el miércoles, unos vasos de vino y unas risas entre viejos amigos y nuevos amigos.
Llegó el Jueves Santo, toque de corneta las 08:45, me levanto de la cama como un resorte y me visto para el día, no bajé en pijama por poco, pero recordé que además de pudoroso, mi pijama de hora de aventuras no lo puede ver cualquiera, una vez vestido bajo a la cocina y me tomo un café mientras el padre David degusta el cuarto de esa mañana, hacemos la oración y zingando vamos a los coches porque, sorpresa sorpresa, llegábamos tarde, saludo a María que acababa de llegar y me siento, como siempre cerca de mi muy querido “Currupipi”, observo la sala y allí están todos, los que se acaban de duchar, los que llegan más tarde que nosotros y las que siempre están hablando entre ellas, el MJD al completo.
Arrancó el taller que Dabid y María nos habían preparado, en el que reflexionamos sobre la duda y el compromiso de Jesús en la última cena y ahí empezó a caerse la armadura, no por nada grave, pero llevaba una temporada sin dudar y apretando hacia adelante con lo que viniese, porque soy de esos idiotas que a veces se creen que pueden solos contra el mundo y por mucho que me fastidie reconocerlo, no se puede. Comimos todos juntos y rumbo a los pueblos que hay que preparar un triduo pascual y el padre David se tiene que echar la siesta, preparados los oficios del día y elegidas las canciones vamos a la parroquia acompañados por Bernardo que nos explica por encima la historia de Arauzo de Torre y el resto de Arauzos de la zona.
Tras una eucaristía muy bonita y con un Pablo que no había podido tocar una canción completa porque al coro de la parroquia después de cincuenta años sin cantar, le apetecía volver, fue como el reencuentro de las Spice Girls de la música sacra. A la salida de la parroquia me doy cuenta hablando con las Spice Girls (Josefa y Angelines) que hacemos mucho más que cantar y celebrar la pascua, le damos vida a una comunidad que además de agradecida es muy muy cariñosa. Cenamos junto con la comunidad de las mantarrayas y nos pusimos rumbo a Caleruega para la hora santa que el grupo Jaire había preparado, centrado en la última cena, con un enfoque que además de sorprenderme, me pareció muy inteligente, fue muy bonito y por fin pude escuchar a Pablo por primera vez en la pascua darlo todo.
El viernes comenzó con algo más de pereza por mi parte, que le voy a hacer, soy bastante dormilón cuando tengo la ocasión, aún así llegamos de los primeros y arrancó el taller que David nos había preparado en el que pude reflexionar sobre el abandono tanto el que se puede sentir en la calle como el que se puede sentir cuando sientes que Dios te ha abandonado, esa noche llegó lo que yo considero que ha sido el momento más importante de la Pascua a nivel personal, durante la hora de oración penitencial.
Estar ahí sentado, en silencio, reflexionando a cerca de los últimos meses, los errores, los aciertos, las victorias y las derrotas, acompañadas por un concierto de Pablo me doy cuenta que necesito salir de la capilla unos minutos porque no entiendo que me pasa, salgo a los pasillos y me encuentro ahí, en el límite, frágil e indefenso ante mi realidad, recojo el poco valor que tengo en ese momento y entro en la capilla, Pablo sigue cantando y me siento un momento para orar, me doy cuenta que la “armadura” pesa demasiado y que necesito quitármela para no ser aplastado, ahí en la mejor conversación que he tenido con Jesús en meses algo cambia, estoy más feliz y todo pesa menos, me voy a la cama con el alma más feliz y el gesto algo más serio.
Arranca el Sábado con una magistral clase de (Y me quito el sombrero) Sor Teresa Cadarso, sobre María Magdalena y su amor por Cristo tanto en la vida como en la muerte y de cómo nos anima a todos a salir del sepulcro, no acomodarnos y entregarnos a los demás hasta el extremo. Comemos todos juntos y volvemos a los pueblos para celebrar con todo el pueblo de Arauzo de Torre y el grupo de familias la resurrección de Cristo y por primera vez en mi vida caigo en la cuenta que en pascua lo que celebramos de verdad es que Cristo vence a la muerte y nos ha regalado esa victoria a todos sin distinción. Viajamos a Mercadillo y en un ambiente más ameno celebramos es victoria.
Llega el domingo, tras celebrar la misa de resurrección y comer todos juntos con alguna sorpresilla de última hora nos despedimos con mucha pena, el camino de vuelta es distinto, algo ha cambiado, no hablamos mucho y la música suena más suave. Vuelvo con la tarea hecha y ganas de volver a ver a todos, tras unos días me he vuelto a poner la “Armadura”, ahora más floja y con la intención de deshacerme de ella (No se cambiar en un día), por último agradecer a todo el MJD, a Fr. David, Fr. Félix, Fr. Vicente, Pablo Añorbe, “Currupipi”, “Pichurri”, “Pichurrín”, “Chonchi”, “Marichonchi” y Dabid por todo lo que me han hecho vivir esta Pascua.
Gracias de corazón, sois los mejores.
Miguel Muñoz – Igande Berri