Cuando desde el Equipo de Comunicación del MJD me solicitan que escriba lo que quiera sobre cómo veo al MJD y qué es para mi ser Dominica, dije SÍ al primer whatsapp. Yo también tuve que suplicar artículos para el extinto Boletín, aquel que editábamos manualmente como buenamente podíamos y hacíamos llegar vía postal a nuestros suscriptores. Entonces, como ahora, vivir la fe al estilo de Domingo, era algo que me SEDUCÍA, porque yo soy de las que me dejé SEDUCIR. [Oseas, 2, 16 “Por tanto, mira, voy a seducirla, llevándomela al desierto y hablándole al corazón”]. Pero entonces, internet era una herramienta a la que se accedía desde los cibercafés o en la biblioteca y, con los de otros grupos del MJD nos escribíamos cartas vía postal. ¡Y qué cartas!.
Os miro, al MJD y os veo tal cual éramos nosotros y nosotras, llenos de alegría, ilusión y vida, con ganas de predicar y comprometidos con ello. Hasta me provoca cierta añoranza esos momentos de efusividad que observo en vosotros, porque me hace revivir emociones que yo también viví, como celebrar encuentros, campos de trabajo y Pascuas con personas que viven en la distancia pero que sientes más cercanas a ti que tus compañeros de facultad; como ser los “menores” en un grupo de Familia Dominicana donde la mayoría pintan canas e ir notando que te toman en serio a medida que conocen de ti pero siempre con esa sensación de que hay que demostrarlo; como recorrer cientos de kilómetros sin que pese cansancio alguno o si pesa da igual porque la prioridad no es mi cansancio; o como no sentirte comprendido por las personas que te rodean en el día a día precisamente por querer que sea Dios el centro de tu vida. Si, todo eso también entonces yo lo viví, y desde luego, me configuró como mujer, cristiana y dominica.
Entiendo que ser Dominico/a, es independiente de la edad, pero ciertamente hay momentos en los que se vive como un enamoramiento inevitable. En ese momento os veo yo ahora mismo al MJD. Para mi, vivir la fe al estilo de Domingo es uno de los pilares que configura mi vida, porque elijo que el Evangelio sea la roca que sustenta mis prioridades, y quiero que lo sea “Hablando con Dios y de Dios”, el Dios de la Justicia –social, entiéndase-, El que opta por dar vida y se parte al darla. Contemplando y predicando la verdad.
Me gustaría que como a Domingo, mis entrañas no dejen de conmoverse ante la injusticia y que esa compasión genere movimiento y acción; una acción que me mueva a predicar, con mi vida, que otro mundo es posible, que el Reino de Dios es aquí y ahora, y que la vía para ser salvados y alcanzar la plenitud, pasa por Jesús de Nazaret.
Cuando me dejé seducir, lo hice entre unas personas concretas, y muchos de ellos desaparecieron del MJD y de la Orden. Forman parte de mi recorrido y yo del suyo, pero inevitablemente “Cambia todo Cambia” y ya no están en mi vida porque sin proyectos concretos el motor no avanza y del vagón bajan personas y suben otras. Soñar y Orar juntos. Pienso a veces, en aquella primera pascua mía del año 1997 en Scala Coeli, y en la “Revolución de la toalla”, que provocó en mí una SEDUCCIÓN tal, que ya no pude bajarme del tren dominicano.
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De los mejores artículos que he leído, sin duda, y con el que más me identifico. Si yo que vine después sentí lo mismo, es que la esencia sigue intacta, y con, o sin nosotros, lo importante es que siga siéndolo.
Un abrazote