Es un hecho evidente que el Papa Francisco ha dado un paso para aproximarse a las realidades que preocupan a la sociedad actual y se esfuerza por hablar en su mismo lenguaje. Ejemplo de ello es este tweet pidiendo a los fieles que participen en uno de los dos Sínodos de la Familia que ha convocado en los dos últimos años. ¿Y cómo es que se han celebrado dos sínodos en tan corto espacio de tiempo? La respuesta la podemos encontrar en la misa de apertura del Sínodo del 2015: «el mundo globalizado vive una paradoja: tantas casas de lujo y rascacielos, pero cada vez menos calor de hogar y de familia; tantos medios sofisticados de diversión, pero cada vez un vacío más profundo en corazón; muchos placeres, pero poco amor» Está claro que el Papa, a la vista de esta situación, ha creído conveniente aunar esfuerzos en el que es uno de los cimientos de nuestra sociedad, las familias, contribuyendo a su evangelización, escucha y discernimiento de su misión.
¿Y en qué consiste el Sínodo del que habla el tweet? Pues un Sínodo se puede definir como una asamblea de obispos que representa al episcopado católico y tiene como tarea ayudar al Papa en el gobierno de la Iglesia universal dándole su consejo. Estas asambleas, que se iniciaron hace justo 50 años, no son de carácter obligatorio, es decir, se convocan a petición del Papa. En el caso que nos ocupa llama la atención que en el último Sínodo de la Familia participaron, además de 270 padres sinodales (183 obispos, 24 expertos, 51 observadores y 14 delegados fraternos), 18 matrimonios y un total de 31 mujeres especialistas en teología, bioética o acompañamiento de familias en dificultad. Y no sólo eso, en el proceso de reflexión previo al Sínodo también se intentó atender y escuchar las propuestas de parte de la sociedad civil a partir de un cuidado proceso de consulta.
Para que nos hagamos una idea del alcance y extensión que tuvo este proceso podemos esquematizarlo de la siguiente manera:
A principios del año 2015 se mandó a los Sínodos de las Iglesias Orientales Católicas, a las Conferencias Episcopales, a los Dicasterios (departamentos especializados) de la Curia Romana y a la Unión de los Superiores Generales las Lineamenta1), un documento que recogía una serie de cuestiones que se pretendía tratar durante el Sínodo. La temática de estas preguntas engloba desde la atención pastoral hasta el rol de la familia en la evangelización. Como se puede comprobar, abarcaba multitud de temas. Pues bien, este cuestionario no se limitó únicamente a conocer la opinión de los entornos eclesiales sino que se instó a promover también una amplia consulta a todo el Pueblo de Dios sobre la familia: componentes de Iglesias particulares, instituciones académicas, organizaciones y agregaciones laicas. Asimismo también se tuvieron en cuenta Observaciones y Contribuciones al documento a través de simposios, congresos y publicaciones.
Así pues, partiendo de la recapitulación de las respuestas del Lineamenta, se elaboró el Instrumentum Laboris, documento sobre el cual se articuló el Sínodo que dio comienzo el 4 de octubre y concluyó después de tres semanas intensas de diálogo e intercambio de posturas entre toda la Iglesia. Las conclusiones, por su parte, se plasmaron en una Relatio finale a la cual le sucederá en los próximos meses una Exhortación del Papa donde expondrá su punto de vista partiendo de los planteamientos que se recogieron durante el mismo.
Está claro que a la luz del desenlace del Sínodo pueden producirse sentimientos encontrados: desilusión para aquellos que esperaban algo más de concreción sobre ciertos aspectos que atañen a las familias de hoy en día y falta de ortodoxia para otros que no esperaban que ciertas cuestiones se dejaran abiertas de cara al futuro. Y es que no es una tarea sencilla poner de acuerdo a 1.250 millones de creyentes.
Sin embargo, más allá de centrarnos en algunas conclusiones concretas que pueden acaparar la atención sobre este documento, creo que es conveniente destacar, por encima de todo, la postura de Francisco que aboga por la participación de todo el pueblo de Dios, la predisposición de los participantes en la Asamblea a llegar a acuerdos comunes y consensos (en este punto es conveniente resaltar que los 94 puntos de la Relatio Finale fueron aprobados por mayoría de dos tercios) y la firme apuesta por la familia y su necesidad de acompañamiento.
Habrá que esperar aún unos meses para comprobar la postura del Papa en la que, sin duda, no faltarán palabras de comprensión, misericordia, acercamiento y no discriminación. No obstante, de momento nos podemos quedar con su discurso de cierre del Sínodo (esta vez por medios tradicionales, sin emplear un tweet):
“Para la Iglesia, en realidad, concluir el Sínodo significa volver verdaderamente a «caminar juntos» para llevar a todas las partes del mundo, a cada Diócesis, a cada comunidad y a cada situación la luz del Evangelio, el abrazo de la Iglesia y el amparo de la misericordia de Dios.