Ya es viernes, ya llegamos al Albergue Fray Luis de León, en Guadarrama, donde esperamos pasar un gran fin de semana. Está nevando y hace frío fuera, dentro, hace calor, el calor de los abrazos y las sonrisas del reencuentro o tal vez de las presentaciones de aquellos que aún no se conocen. Poco a poco van llegando todos y compartimos la primera cena juntos mientras nos ponemos al día de las últimas novedades.
El sábado, en el espacio de formación, aprendemos y reflexionamos sobre lo que realmente es la misericordia y el perdón gracias a Julia. Hemos aprendido que no es fácil ser misericordioso y justo al mismo tiempo, que la misericordia es imparcial y busca en todo momento la complicidad y la empatía con el prójimo y por último que la asertividad es necesaria en las relaciones interpersonales.
También nos hemos propuesto cambiar el mundo comprometiéndonos con nosotros mismos y con los demás a hacer nuestro día a día un poco mejor mediante pequeños gestos. La vigilia es un buen espacio para la reflexión personal, sin embargo, en ella compartimos tanto que acabamos creciendo interiormente más de lo que creemos.
El domingo es el día de dar gracias, gracias por lo que tenemos, por aprender a perdonar y por poder vivir con todos los jóvenes dominicos de España unos días como lo han sido estos. También es un día triste, es el día de las despedidas.
Ha sido un fin de semana intenso, lleno de increíbles e inolvidables experiencias en el que nos hemos enriquecido de todo aquello que los demás nos han ofrecido y así hemos crecido como personas. Pero no todo acaba aquí, como hemos repetido varias veces durante estos días: “mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas pueden cambiar el mundo”.