La semana pasada, el papa publicó ‘La alegría del amor’ o, como dice su título en latín, ‘Amoris laetitia’. Es un documento extenso en el que se habla de la familia. Después de haberlo leído, me gustaría compartir con vosotros algunas de las frases que más me han llamado la atención, y que espero que nos inviten a reflexionar.
Sobre la (des)confianza: “Alguien que sabe que siempre sospechan de él, que lo juzgan sin compasión, que no lo aman de manera incondicional, preferirá guardar sus secretos, esconder sus caídas y debilidades, fingir lo que no es. En cambio, una familia donde reina una básica y cariñosa confianza, y donde siempre se vuelve a confiar a pesar de todo, permite que brote la verdadera identidad de sus miembros” (115)
Quién es el más fuerte: “La persona fuerte es la persona que puede romper la cadena del odio, la cadena del mal […] Alguien debe tener suficiente religión y moral para cortarla e inyectar dentro de la propia estructura del universo ese elemento fuerte y poderoso del amor”. (118)
Miradas que aman: “La experiencia estética del amor se expresa en esa mirada que contempla al otro como un fin en sí mismo, aunque esté enfermo, viejo o privado de atractivos sensibles. La mirada que valora tiene una enorme importancia, y retacearla suele hacer daño”. (128)
Ayudar al otro a ser: “Quizás la misión más grande de un hombre y una mujer en el amor sea esa, la de hacerse el uno al otro más hombre o más mujer. Hacer crecer es ayudar al otro a moldearse en su propia identidad. Por eso el amor es artesanal”. (221)
Una receta para alejarse: “cuando no se sabe qué hacer con el tiempo compartido, uno u otro de los cónyuges terminará refugiándose en la tecnología, inventará otros compromisos, buscará otros brazos, o escapará de una intimidad incómoda”. (225)
Ante todo, misericordia: “ante todo tenemos que decir que la misericordia es la plenitud de la justicia y la manifestación más luminosa de la verdad de Dios”. (311)
Es una selección que cada persona haría diferente. He intentado mostrar algunos textos comprensibles, pues otros tienen un vocabulario más teológico y quizá más enrevesado. Ante todo, todo el texto es una invitación a vivir el amor con alegría y compromiso. Además, todo un reto por delante: salir de uno mismo, de la zona de confort que es el ‘yo-mí-me-conmigo’ y entrar en el otro sin más condición que quererlo.