Es la primera vez que escribo aquí y he de reconocer que cuando me lo propusieron no imaginaba expresándome así y menos intentando describir lo que un grupo de jóvenes ha vivido en comunidad en la Pascua joven en Albarracín.
Lo que primero me impactó de esta Pascua fue el título de este año, la pasada pascua unos cuantos miembros de grupo espiga ya vinimos a vivir este encuentro y desde luego nos fuimos con ganas de más, pero este año, la ilusión y la intriga por conocer qué había detrás de ese título hacía que los días previos se hiciesen eternos.
Hemos compartido actividades y reflexiones juntos, yo personalmente es la primera vez en mi vida que he llegado a sentir tanto el significado de la pascua cristiana, un camino lleno de sentimientos y vivencias que han hecho que lo que ocurrió en la vida de Jesús hace poco más de dos mil años cobre poco a poco más sentido que nunca. Empezando por la magia del jueves, donde Asier y Elena hicieron que todos quedáramos boquiabiertos y donde revivimos lo que pudo ser en el aquel tiempo aquella cena que tanto ha supuesto luego para el resto de cristianos, aprendiendo también a ver con Andrés y Gema como Dios depositaba su confianza en Jesús y como lo había hecho con más generaciones a lo largo de la historia bíblica, todo para acabar por lo alto con Javi y Alex, Cruzando con Él en este viaje que es para nosotros la pascua, intentando comprender el sábado los sentimientos que se despertaron en Jesús en sus momentos más delicados y donde a la vez compartimos con nuestro compañero de taller vivencias y sentimientos compartidos que estoy seguro que muchos nos llevamos guardados a casa.
La verdad es que no sé si es porque es mi segunda pascua, pero la sensación que me llevo siempre es que los jóvenes junto con los frailes dominicos hacemos una gran labor en esos pequeños pueblos de la sierra de Albarracín preparando las eucaristías de Semana Santa y viviendo con la comunidad de cada pueblo las costumbres, procesiones y momentos que en cada lugar son distintos pero que sin embargo, cada vez que nos reunimos en Albarracín o cuando volvemos a casa todos llevamos la misma sonrisa y las mismas ganas de volver al año siguiente. Momentos donde la palabra «comunidad» se hacía más presente que nunca, como en la celebración de la hora Santa, el arrepentimiento el viernes penitencial o la alegría con la que sorprendimos con nuestros bailes al pueblo de Terriente el sábado Santo.
He tenido la suerte de compartir esta semana santa en Royuela, un pueblo de esos que llaman con encanto, la acogida del pueblo y su entrega durante estos días ha hecho que el grupo del movimiento juvenil dominicano que convivimos allí nos fuésemos con el corazón lleno de alegría. Todo lo que puedo decir y expresar sobre mi comunidad es gratitud, me llevo de estos 4 días unas personas que han pasado a ser como si formaran parte de mi familia, gente con la que he compartido tanto en tan poco.
Gracias de corazón a todas esas personas con las que he compartido momentos que nunca voy a olvidar.
[one_fourth last=»no»][person name=»Fede Valls» picture=»https://lh3.googleusercontent.com/-bD2wTagygCg/VSetf7Tg1OI/AAAAAAAACr4/ygCAB4sAG_o/s478/Fede%2520Valls.png» title=»Grupo Espiga»][/person][/one_fourth]
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