Hoy cedo este espacio de expresión a otra persona.
Reconozco que este es una oportunidad para transmitir un mensaje, y el valor que tiene el
poder alcanzar a un público mayor. Pero esta vez, se me ha invitado a hablar de la cooperación
internacional, y aunque podría contar mil cosas, mi situación de privilegio y bienestar de la que
me cuesta despojarme muchas veces, hace que piense que hay voces más apropiadas, que
deberían ser escuchadas, por aportar más y mejor. La información de calidad tiene un valor
cada vez más alto, debido a su escasez.
Mi madre, de nacionalidad española y residente actual en Nador (Marruecos), me invitaba
hace unos días a la reflexión enviándome un texto que había escrito, con el fin de poder
expresar sus emociones ante una injusticia social de la que es testigo cada día. La escritura es
un recurso para la gestión emocional. Ella vive en un lugar ausente de Paz. Porque sí, la guerra
ya estaba presente antes del jueves, Putin no es el único responsable de la situación mundial, y hay más países que no son occidentales. No quiero hacer de menos el momento actual, sólo me gustaría que pudiésemos ampliar miradas, y llamar a la conciencia de las personas que nos lean, cuestionando el tiempo en el que el mundo no convive con el conflicto.
La muerte se ha sistematizado (necropolítica), pero la vida es un derecho humano; que si tengo la suerte de ejercer, hacerlo dignamente, me obliga a ser sujeto de denuncia y activismo,
según mi fe cristiana y dominicana. Con la intención de no apropiarme, de mostrar mi
admiración, enseñar el reflejo De Dios, e intentar tener un mensaje de amor, comparto con
todas vosotras la reflexión de mi madre:
“¿Desde cuándo salen los morenos en la prensa? Me decía ayer una andaluza con mirada azul,
vida entregada a los demás y fe inquebrantable. No hubo respuesta, porque el saber que una
madre y sus tres hijos, el mayor de siete años, a los que cada día veía mendigar en la puerta de
la panadería, habían fallecido en el incendio de su chabolita en un monte cercano, me había
enmudecido. Mi sorpresa de no haber leído nada en la prensa, le debió parecer una bobada,
de ahí esa respuesta inmediata, sin pizca de rabia ni indignación. Son ya muchos los años que
el día a día de convivir con la pobreza y la injusticia, la han curtido; no se asombra del silencio,
la indiferencia y la indolencia de todos nosotros. No me he repuesto y no soy capaz de dejar de
darle vueltas a la idea de que en este espectáculo teatral que es la vida; después de haber visto
llorar al mundo entero por el pequeño Rayan, una vida vale lo que decidan los medios. Maldito
y estudiado silencio, cómplice de tanta injusticia. También sé que en El Aioun, más de 15000
personas están esperando su turno para esa ruleta rusa que casi cada día, siembra de
cadáveres nuestro mar.”
Comparto también esta noticia, que recoge el testimonio de un amigo de mi madre en Nador,
y a quien también quisiera compartir en este espacio:
Gracias por vuestra atención
Inmaculada Gázquez Ballester y Almudena Monzó Gázquez