Encontrar palabras que reflejen lo que ha ocurrido el fin de semana del 24, 25 y 26 de noviembre en Loeches (Madrid), me resulta difícil. Podría decirse que “hemos vuelto”. La llama del Movimiento Juvenil Dominicano de España arde más que nunca. O por lo menos, mucho más de lo que lo hacía, después de tanto tiempo sin poder encontrarnos todas las comunidades de los diferentes territorios y las personas “satélite”. La espera, que parecía eterna, ha sido dura para todas. La distancia complica la unidad y el cuidado, y ambas son esenciales para nuestra manera de predicar y entender la Fe.
Así pues, el RE ENCUENTRO, ha significado una vuelta esperanzadora. Se produjo una sinergia entre los factores externos y las ganas que nos invadía a todos y todas, creando un entorno saludable, de disposición, cálido e idóneo, del que sólo podían surgir cosas bonitas, y que alguien atrevió a calificarlo como “el mejor encuentro después de muchos años”. El viernes comenzó la noche con un juego de “citas”, amenizado por el grupo MJD Igande Berri (Pamplona) que, como si de un restaurante se tratara, sirvieron varias rondas de preguntas, que sirvieron para romper el hielo, y “actualizarnos” las vidas. Al día siguiente, con la salida del sol y la música muy alta, despertamos para tener una oración que invitaba a tener una actitud de disposición. La introducción perfecta para el taller de la mañana de Cristina (Endavant) y Maitane (satélite en Bilbao), cuyo objetivo fue que el re-encuentro con la comunidad fuera lo más real posible. Para ello, nos propusieron la comunidad de Jesús como modelo. Aprendimos a asumir errores, perdonarnos, y aceptarnos; como la comunidad viva y humana que somos.
Después de un café por el pueblo, y una visita guiada por el Monasterio de Loeches, cuya Historia también fue elemento clave del fin de semana, tuvimos la suerte de acabar la tarde con el taller de Siro, quien nos enseñó cómo a través de las manos y la conciencia corporal dejarse llevar al ritmo de la música o, trascender tres pilares en la religión cristiana: la esencia evangélica, el hoy, y la belleza; resultaban más fáciles. El Grupo Espiga (Sagunto) acabó el sábado con una oración en la que construimos, bajo la luz de un faro, una tabla de madera; “esa” que consigue hacerte llegar a un puerto cuando te encuentras perdido en el mar. ¿Qué o quiénes son puerto en tu vida? es un ejemplo de las preguntas que nos hicimos esa noche, y que una vez más, la Palabra resolvió y también acabó nuestro encuentro como MJD.
Y aunque parezca mentira, aún quedaba energía para el domingo y el taller que preparó Fr. Javier Aguilera O.P. (Kénosis) para el re-encuentro con la fe a través de la Oración. Me enfrenté por primera vez a tener que escribir mi propia oración, y aún recuerdo la sensación que me produjo. El taller y la Eucaristía que lo continuó, fueron una declaración de intenciones y una invitación a descubrir nuestra manera para encontrarnos con Dios.
Después de una semana, mi resaca emocional todavía dura. Es increíble el hecho que después de tantos, aún un Encuentro tenga la capacidad de sorprenderme, aunque llevara un “RE” delante. No quiero acabar esta crónica sin dar las gracias, a todo el equipo que se atrevió a organizarlo, y a todas las personas que compartimos estos días. Personalmente, fue reparador. “He vuelto” a sentirnos. Os quiero.