Santos de la Orden de Predicadores

Santos de la Orden de Predicadores

7 de noviembre

La Orden de Predicadores tiene una historia fascinante llena de personajes conocidos e importantes,de cientos de santos y beatos canonizados oficialmente que con sus vidas contribuyeron a la misión de la predicación, misión primordial de los dominicos en la Iglesia. Fueron papas, obispos y cardenales, o simples frailes, sacerdotes o hermanos; los hubo misioneros, teólogos, consejeros de reyes, filósofos, escritores, empeñados en la caridad o en la predicación itinerante, en el estudio o en el servicio a los hermanos, profesores, cocineros, pintores, sirvientes, mártires… y éso sólo entre los frailes pero lo dominicano es más que éso… este 7 de Noviembre celebramos a toda la Familia Dominicana -formada por hermanas contemplativas, laicos dominicos, religiosas de vida apostólica, miembros de fraternidades y grupos dominicanos como los jóvenes…- el día de celebración de toda la Familia Dominicana… una familia llena de santos.

Santos que cada uno de ellos cuenta su propia historia de amor y de entrega, y muestra una manera peculiar de encarnar el seguimiento de Cristo en el camino de santo Domingo de Guzmán. En cada uno de ellos se ve la misión de la predicación, -misión que tiene encomendada la Orden- y se vé cómo puede adquirir multitud de formas diferentes… tantas como personas, tantas como labores, tantas como trabajos puedan entender quienes asumen como propia la identidad y la espiritualidad de Santo Domingo de Guzmán, que ayudan a la predicación.

Y sin embargo me atrevo a decir que esos santos oficiales, canonizados, de los que tan orgullosos nos sentimos los dominicos, son sólo una pequeña parte de los santos que en la Orden han sido… hay multitud de vidas escondidas, ocultas, que nunca han sido oficialmente reconocidas como santas y que sin embargo, estoy seguro de que lo fueron.

Dominicos y dominicas que con sus vidas encarnaron el ideal de la predicación con el amor y la entrega a Dios y a los hermanos. Dominicos y dominicas que dieron forma a la «multiforme» tarea de la predicación -como dice la Constitución Fundamental de los frailes, una suerte de constitución sobre nuestra vida…-. Dominicos y dominicas que entregaron sus vidas callada y lentamente, día a día, en el servicio, en la misión, en el estudio, en la oración, en la construcción de comunidades humanas y fraternas, en la denuncia de las inhumanidades, en la construcción de un mundo más justo y humano, en el camino del Reino de Dios… dominicos y dominicas que, en silencio, sin ruido ni fama, alcanzaron la santidad.

La santidad es algo que, quizás por sencillo, se hace complejo de lograr… pero que tampoco está fuera del alcance de la mano. Y digo que no está lejos de alcanzar -o éso espero…- porque dos ideas principales la sustentan, y son dos ideas que no están muy lejos del día a día de cada uno de nosotros. Primero se cifra en el seguimiento de Cristo. Y el seguimiento, como san Agustín recuerda, no es no caer nunca, no es no errar, sino sobre todo es levantarse siempre, volver a empezar siempre, tratar de aprender y de crecer, de caminar tras el Señor Jesús siempre. Y segundo se caracteriza también porque en el fondo no es otra cosa sino tratar de ser quien uno es realmente, seguir el propio camino, el que Dios tiene soñado y pensado para cada uno de nosotros; podríamos decir seguir la propia vocación, vivir conforme a la libertad verdadera, la del que sigue la voz de Dios… Creo que esas dos características resumen bien lo que la santidad sea… y no están muy lejos de seguir. Claro que en ellas meteremos muchas ideas (la entrega, la compasión, el amor como norte último, la relación con Dios, la vida en la Iglesia, etc, etc) pero son claves en lo que sea la santidad, son como el cimiento de todo lo demás: seguir a Cristo y hacerlo siguiendo la propia vocación.

Pues tengo para mí que en la Orden de Predicadores -en toda la Familia Dominicana- ha habido muchos dominicos que han vivido así. Que han caminado en el seguimiento de Cristo, y que lo han hecho siendo quienes ellos eran, tomando su vocación en serio, tratando de hacer vida real su compromiso, dominicos y dominicas que entregaron su vida en la predicación del Reino de Dios.

 

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