Los días de Semana Santa siempre han sido especiales para los jóvenes del MJD. Nos suenan a reencuentro, a experiencia de Dios, a acogida, a reflexión, a Familia… Las circunstancias de este año han hecho que no podamos vivir todas estas sensaciones compartiendo el mismo espacio, pero no me cabe duda de que las hemos compartido desde el corazón.
Comenzamos el primer día del Triduo con una pequeña oración que nos hace reflexionar sobre nuestra capacidad de Servicio, que nos insiste en la importancia de tratar de simular la actitud radical de Jesús ante la urgencia social y de entender la relación con el otro desde la horizontalidad y la interdependencia. A través de los testimonios de Amor de diferentes
invitados e invitadas al taller, Santi y Teresa (Laicos Dominicos) nos facilitan un espacio de reflexión entorno a la Misión y al Servicio. Nos recuerdan que Servir no es más que “acariciar las heridas de los otros y tocar con ternura otras vidas”. Historias de vida de vecinas, familiares, amigos, Hermanos y/o Hermanas… nos invitan a replicar y difundir la entrega de Jesús ejemplificada en el lavatorio de pies.
El Viernes Santo nos despertamos con una sensación de oscuridad, de sufrimiento. Con la letra de la canción “Y tú te vas” hemos sido capaces de sacar a la luz los sentimientos más profundos de dolor, de miedo y de abandono que nos genera la muerte de Jesús. De estos sentimientos y otros similares hablamos con Mamen Ferreira (psicóloga y antigua miembro del
MJD) y Rocío Goncet (Monja Dominica). Ambas mujeres nos comparten desde su generosidad diferentes experiencias de muerte, tanto en primera persona como otros momentos en los que toman el papel del acompañamiento. A través de su testimonio nos invitan a apartar las
actitudes de negación y evitación en los momentos más duros, y por el contrario a aceptar el acercamiento al dolor, a servir de apoyo para el sufrimiento ajeno y a esforzarnos a pedir ayuda cuando la muerte esté presente en nuestras vidas.
Después de cenar, por fin podemos reencontrarnos y vernos las caras gracias a la Oración Penitencial preparada por Endavant. Sin el momento de confesión, pero gracias al examen de conciencia, a las lecturas y a los gestos que nos proponen, podemos compartir un espacio de perdón. Un momento de volcar nuestros fallos y limitaciones en un papel y de difuminarlos con agua, de renovarnos y volver a empezar. Con la oración del Sábado, en formato podcast, realizamos unos ejercicios de respiración y una imaginación guiada que nos ayudan a tomar conciencia del momento presente y a alcanzar una sensación muy especial e íntima de Resurrección. Después del desayuno tenemos nuestra segunda cita en común. Álvaro, Carlota y Laura como equipo de organización nos proponen un paseo, un Camino de Emaús esta vez cada una consigo misma. A lo largo del rato de paseo adoptamos una nueva mirada, una mirada que nos permita ver a Jesús en lo cotidiano. Fotografiamos cosas que nos gustaría transformar, gestos de Amor, detalles de los que normalmente no somos conscientes y escuchamos una canción especial.
A modo de conclusión, recordamos unas palabras de Rocío en el taller del día anterior, y es que nunca salimos de una Pascua igual que la empezamos. Con este mensaje y con la invitación de Teresa y Santi de vivir la Fe como Misión queremos quedarnos los jóvenes, de sentirnos con el
poder y la capacidad de transformar y construir el mundo que empezó Jesús.