Es increíble cómo puede cambiar la vida en tan solo un año. Quién iba a decir que nos afectaría una pandemia global a nosotros, una generación que pecamos por pensar a veces que vivimos en un mundo perfecto y que nada de nuestro entorno puede cambiar nuestro estilo de vida. Confinamiento, cierre perimetral, mascarilla, gel hidroalcohólico, distancia de seguridad… palabras y frases que se han convertido en trending topic del 2020. Pero llega 2021 y, tras un tiempo con más sombras que luces, aparece el MJD recobrándonos un poco de felicidad con el anuncio de este encuentro para reflexionar sobre lo que somos y lo que damos.
En este primer Encuentro online pudimos vernos de nuevo todas las caras, y desde el momento en el que entrabas a la videollamada, ya se podían ver las sonrisas de cada uno desde sus habitaciones. Estaba claro que era una situación diferente, pero eso no impedía a que la gente actuara como si no estuviera delante de una pantalla y sintieras el calor del abrazo de cada uno de ellos.
El sábado tuvo lugar la primera formación organizada por Laura, Juanjo y Álvaro donde nos prepararon tres dinámicas que giraban sobre un mismo tema: la desigualdad.
Con Laura pudimos escuchar la dura experiencia de trata de una mujer que fue engañada por la persona que la acogió y manipuló por ser inmigrante sin papeles. Además, también nos comentó varios datos sobre las víctimas de trata, la brecha de género y las dificultades del colectivo trans que sufre ya sea para conseguir trabajo o ser reconocidas como tales en la sociedad.
Con Juanjo empezamos a hacer una rana de origami donde él nos iba dando las indicaciones hasta que llegamos al último paso y ya debíamos de terminarlo nosotros sin su ayuda para que la rana saltara. Tras esto, nos empezó a contar algunos de los problemas y dificultades que sufren las personas con diversidad funcional que deben superar día tras día, como por ejemplo la búsqueda de un hogar con accesibilidad puede convertirse en un mundo para ellos.
Y por último, Álvaro nos hizo volar la imaginación con los ojos cerrados llevándonos fuera de nuestras habitaciones para irnos de viaje a nuestro lugar preferido. Pero para cuando los abrimos, se mostraban en la pantalla imágenes de cuerpos en la playa que no consiguieron llegar a un nuevo país con vida, grupos enormes de gente en barcas pequeñas en búsqueda de un nuevo lugar…
Para acabar toda esta dinámica, hicieron una breve conclusión general sobre las tres dinámicas, y de esto yo me quedo con una frase que dijo Álvaro y que resume a la perfección esa mañana: “Si vivimos nuestra Fe de espaldas a las brechas, ¿de qué sirve nuestra Fe?”.
El domingo volvimos todos a nuestras pantallas para esta vez realizar la formación organizada por El Canto del Gallo. Aquí pudimos ahondar en una reflexión individual y personal sobre cuatro temas principales: el cuidado del medio ambiente, cómo tratamos al prójimo, nuestra comunidad y nuestra relación con Dios.
En la primera parte hicimos para empezar un test sobre el cuidado de la casa común, donde teníamos que elegir la opción que hacíamos en nuestro día a día sobre pequeñas cosas, como a la hora de hacer la compra o qué productos consumimos. En la segunda hablamos sobre qué doy a mi prójimo y si hay algo que pueda mejorar. Aquí nos paramos a reflexionar cada uno sobre estas dos preguntas y cómo las podríamos ejemplificar con una palabra. En la tercera llegamos a un nivel más de comunidad, donde nos preguntamos qué aportamos cada uno de nosotros a ella y qué nos aporta a nosotros. Tras un momento de reflexión, pudimos contestar a esto en una web donde cada uno iba poniendo comentarios e imágenes que querían compartir a los demás, dando el resultado de un moodboard precioso con frases e imágenes compuesto por un trocito de cada uno de nosotros. Y para terminar, en la última parte nos hablaron sobre Santo Domingo, en la que yo me quedo con su frase de “Contemplad y dad lo contemplado”.
Y para dar por finalizado este encuentro, Ingande Berri nos prepararon una oración en la que nos parábamos a pensar en aquello que podemos aportar a este mundo que está en constante movimiento, donde cada uno escribió una respuesta a esto en un papel de color y compartiéndola mediante su cámara a todos, creando así un arcoíris lleno de color e ilusión por seguir caminando hacia un mundo mejor.
Y con esas palabras de la oración despedimos un Encuentro donde pudimos superar las barreras de la distancia gracias a la tecnología, además de contar con presencia del MJD de otros países como México, Bolivia, Colombia y Ecuador.