La Pascua que habitamos

La Pascua que habitamos

Se nos presenta el reto y la oportunidad, a dos pamploneses, de tratar de compartir la experiencia de la semana santa vivida en Caleruega, con todas las personas que forman parte del Movimiento Juvenil Dominicano. Esta Semana Santa está llena de significado para ambos: para Dabid, una experiencia nueva que descubrir y disfrutar y, para Daniel, un reencuentro tras varios años, buscando revivir experiencias pasadas.

Comienza el viaje de ida hacia Caleruega a primera hora de la tarde con ganas, ilusión, alegría, energía, pero, por otra parte, incertidumbre e inquietud con respecto a lo que nos íbamos a encontrar en aquel pequeño pueblo burgalés. Una gran familia procedente de Sevilla, Pamplona, Valencia, Madrid, Córdoba, Providence, Vitoria, etc. personas muy diversas con diferentes testimonios que compartir y dar a conocer, pero con un objetivo común, compartir y vivir la semana santa entre jóvenes y familias del MJD dispuestas a abrir el corazón.

Una vez en Caleruega, tras el reencuentro con viejos amigos y conocer a nuevas personas, compartíamos la cena que cada uno había llevado. Tras recuperar energías, fuimos al convento de clausura para, junto con las hermanas dominicas, dar comienzo a esta experiencia mediante una oración preparada por el Equipo de Organización de la Pascua. En esta oración se citaban cuatro pasajes del Evangelio en los que Jesús entra en diversos hogares en los que, con su palabra, consigue transformar la vida de los allí presentes. Mediante estas lecturas, nos daban a conocer el lema que nos iba a acompañar durante estos días, “ES MOMENTO DE HABITAR”.

Tras esta cálida acogida formábamos las comunidades que íbamos a celebrar la semana santa en cuatro pueblos diferentes, Ciruelos de Cervera, Santa María del Mercadillo, Doña Santos y el propio Caleruega.

«Cuando los escribas de los fariseos vieron que comía con los pecadores y recaudadores de impuestos, decían a los discípulos: ‘¿Por qué come con los recaudadores de impuestos y pecadores?’ Al oírlo Jesús, les dijo: ‘No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Yo no he venido a llamar a justos, sino a pecadores’” (Mc 2, 16-17).

JUEVES

Tras una fría noche y un cálido desayuno, aún con energía y llenos de entusiasmo, nos dirigimos a Caleruega para empezar el Jueves Santo. Comenzaba la mañana con un taller preparado por Raquel Amat y Ángela Burget, dos integrantes del grupo Endavant de Valencia, en el que se trataba el proceso de habitar el cuerpo y la mente. Durante este taller, realizamos diversos ejercicios de reflexión sobre Jesús y el mensaje que dejó a sus discípulos durante la Última Cena, “Amaos los unos a los otros, como yo os he amado”. Tan importante es el amar al prójimo, como el dejarse amar (habitar como dejarse habitar).

Tras el taller de la mañana, nos juntamos a comer en el convento de los frailes dominicos, tanto los jóvenes como las familias. Una vez finalizada la comida, cada comunidad volvíamos a nuestros respectivos pueblos para preparar y celebrar el oficio de Jueves Santo con los vecinos y vecinas. Para finalizar el día, nos juntamos nuevamente en Caleruega para compartir una oración preparada por el grupo de la parroquia de Atocha (Madrid), A contracorriente, en la que se meditaba acerca de nuestras debilidades y miedos.

“No veréis amor tan grande como aquel que os mostré. Yo doy la vida por vosotros, amad como yo os amé. Si hacéis lo que os mando, y os queréis de corazón, compartiréis mi pleno gozo de amar como Él me amó.” (Amaos)

VIERNES

Tras la segunda noche, las energías empiezan a menguar, pero las ganas de seguir viviendo estos días se incrementan. En el taller de la mañana del Viernes Santo, protagonizado por Sor Teresa Cadarso, hermana dominica del convento de Caleruega, tratamos la idea de “habitar el dolor”. Los cristianos vivimos la vida basada en el amor, pero, este amor, no se entiende sin conocer y afrontar el dolor, por lo que es necesario comprenderlo, vivirlo y, por tanto, darle significado. Habitar no es evadir, habitar no es creerse impasible, habitar el dolor, tampoco significa buscarlo y regodearse de él. A través del ejemplo de Jesús durante el Calvario y la crucifixión, Sor Teresa nos da ciertas claves para tratar de entender el significado de habitar el dolor.

Una experiencia de dolor, primeramente, se plantea como una prueba en la que nos cuestionamos si somos amados por Dios, todos hemos sentido, en mayor o menor medida, esta sensación de abandono, al igual que Jesús. Tras esto, viene la vergüenza, sentimiento que aparece cuando nos vemos vulnerables ante el dolor, a Jesús le desnudaron, al igual que a nosotros, el dolor nos desnuda, nos iguala. Sin caer en el victimismo, aun siendo presos del dolor, viene el proceso hacia la generosidad, momento en el que, aunque quizá no seamos capaces de curar todos nuestros dolores, siempre tenemos la opción de dedicarnos a los demás. Por otra parte, hay una parte de nuestro dolor que es absolutamente intransferible, que no se puede compartir ni comprender, y eso genera una soledad interior. Esta soledad es inherente a la existencia humana y, cargar con ella sin culparnos a nosotros mismos por sufrirla, ni a los demás por no entenderla, también es habitar el dolor. Por último, en momentos de flaqueza, no hay que caer en las tentaciones que acompañan a estos procesos de dolor y, lo realmente importante, es hacerse dueño y darle un significado al dolor, a Jesús no le quitan la vida, Él la entrega libremente.

Una vez finalizado el taller de la mañana y la comida en el convento de los frailes dominicos, volvemos cada uno a nuestro pueblo para seguir celebrando estos oficios de Viernes Santo. Tras esto, tomamos de nuevo, camino a Caleruega para compartir entre jóvenes y mayores la penitencial preparada por el grupo de Pamplona, Igande Berri. En esta oración nos centramos el perdón, “Quien esté libre de pecado que lance la primera piedra” (Jn 7, 7). A través de unos textos y preguntas de reflexión, se va realizando un examen de conciencia con lo que, tras la confesión, afrontar, liberados, la resurrección de Jesús.

“Las roturas y reparaciones son parte de la historia de un objeto, y deben mostrarse en lugar de ocultarse, poniendo de manifiesto sus cambios. Cuando algo valioso se quiebra, no debemos ocultar su imperfección, sino repararlos con algo semejante al oro: fortaleza, servicio, virtud, …” (Kintsugi)

SÁBADO

El taller de la mañana del sábado, preparado por Santi y Teresa, dos personas con un largo recorrido en el MJD los cuales estaban como familia en Caleruega, nos hace reflexionar sobre el significado del Sábado Santo, periodo entre la sepultura y la resurrección, momento de incertidumbre, momento en el que, al igual que los discípulos, asimilamos la derrota, la afrontamos. Para ayudar a entenderlo, trabajamos en grupos diversas preguntas con las que compartimos nuestras actitudes frente a las derrotas y el cómo, la esperanza en la resurrección de Jesús nos ayuda a hacerles frente.

En la noche del sábado vivimos de una manera especial la vigilia pascual junto con el pueblo. De esta manera celebramos la resurrección de Cristo, acontecimiento que representa una fuente de esperanza para la comunidad cristiana. Tras esta celebración con el pueblo, compartimos entre nosotros y con los jóvenes del pueblo, la alegría de la buena noticia de Jesús resucitado.

“Tú eres mi sueño y mi causa, no pienses que voy a dejarte caer. Voy a despertarte y estaré a tu lado, para que cada día sea un nuevo renacer. ¡Y para que tengas vida! ¡Anda, levántate!” (ANDA, LEVÁNTATE, Álvaro Fraile)

DOMINGO

El último día llegó y, muy tristemente, tras la celebración de la Eucaristía, con la alegría de la resurrección de Jesucristo, nos despedimos del pueblo y de la gente que había estado compartiendo estos maravillosos e intensos días con nosotros. Tras esto, nos reunimos finalmente todos los grupos de los diferentes pueblos para compartir la última comida en el convento y concluir estos días tan especiales. Entre risas y abrazos nos despedimos de los que habían sido nuestra familia durante estos días. Con ello, despedirnos de esta crónica con las ganas e ilusión de poder volver a vivir y compartir la Pascua Rural con todas las personas que sigan teniendo ganas de llenar su corazón.

«Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y añadió: Escribe, porque estas palabras son fieles y verdaderas.» (Ap 21, 5)

DANIEL LACHETA LECUMBERRI

Igande Berri (Pamplona)

DABID OTEITZA SOLCHAGA

Igande Berri (Pamplona)

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